Iniciativa de evangelismo con literatura cumple 15 años
En los primeros días de 2007, Steve Jobs, uno de los fundadores de Apple, presentó al mundo lo que él llamó “un revolucionario teléfono celular”. Para muchos analistas, el lanzamiento del primer iPhone fue uno de los marcos de la revolución digital, lo que abrió el camino para un cambio cultural significativo en la historia moderna. Uno de esos acontecimientos fue justamente el aumento de la interacción entre las personas de forma virtual y la disminución del contacto presencial.
En el mismo año, la Iglesia Adventista para ocho países de Sudamérica daba un paso en otra dirección: con Impacto Esperanza, un proyecto de incentivo a la lectura con propósito de evangelismo, el objetivo era justamente intensificar la relación cara a cara. Su propuesta era, y todavía es, la de llevar libros temáticos a las personas en sus casas, comercios, puntos estratégicos de cada ciudad y en regiones remotas.
A lo largo de ese periodo, cada título trajo respuestas bíblicas a asuntos diversos, como la salud emocional, el destino del mundo, el sabio uso del tiempo y el consuelo ante la pandemia de COVID-19, que afecta al mundo desde el inicio de 2020. Los libros producidos hasta ahora ya suman más de 328 millones de ejemplares impresos, lo que equivale al número de residencias existentes en Sudamérica.
Sin embargo, ese número no incluye los millones de libros en su versión digital que fueron compartidos hasta ahora, disponibles en libro.esperanzaweb.com. En 2022, año en el que la iniciativa cumple 15 años, la obra elegida trae un llamado a la humanidad ante el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14, del versículo 6 hasta el 12.
Con el título La última invitación, su contenido fue producido por el escritor estadounidense Clifford Goldstein, y es parte de una estrategia mundial de la Iglesia Adventista para ampliar la comprensión del tema, que trata sobre la literalidad de la creación, la observancia del sábado bíblico y la adoración a Dios. El libro será entregado en más de 180 países, en aproximadamente 50 idiomas y dialectos.
Mensaje que impulsa a la acción
“Nuestro énfasis es anunciar esperanza, esperanza de salvación mientras vivimos en un mundo lleno de dificultades. Esperanza de salvación en Jesucristo, y que él viene y es necesario una preparación para participar de la eternidad con él”, sintetiza el pastor Stanley Arco, presidente de la Iglesia Adventista para ocho países de Sudamérica.
Arco subraya que el Impacto Esperanza ya está consolidado entre los adventistas del séptimo día en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay. El libro, resalta él, se volvió un importante proyecto de la Iglesia como acción misionera. Eso se debe, principalmente, a que esa iniciativa da la oportunidad de que niños, jóvenes y adultos amplifiquen el mensaje, algo que, tal vez, no ocurriría de otra manera.
“La esperanza es la pieza que nos mantiene en movimiento. Cuando usted entrega un libro, además de ofrecerle a la persona lo que ella más necesita, la esperanza, usted termina rompiendo barreras y creando oportunidades para establecer una relación amigable, pero que, al mismo tiempo, es firme y duradera. Solo quien participa de un movimiento como este comprende el potencial que tiene para transformar vidas”, destacó el pastor Erton Köhler, cuando el proyecto cumplió 10 años. Él estuvo al frente de la campaña desde su inicio hasta 2021, cuando fue elegido secretario ejecutivo de la sede mundial adventista.
Impacto en la práctica
La entonces estudiante de Administración con énfasis en negocios internacionales, Wendy Cisneros, entendió el potencial del proyecto. La primera vez que salió a las calles para la entrega, en sus manos estaba el título La gran esperanza, que tuvo una tirada de casi 55 millones de ejemplares y fue distribuido entre 2012 y 2013.
En ese momento, ella estaba participando de un proyecto social de su universidad, ubicada en la ciudad de Lima, en Perú. Con otros alumnos, desarrollaba acciones que beneficiaban a diversas personas. Cuando el libro llegó, fue un complemento a lo que ya estaba habituada a hacer. “Atendió otra necesidad: la espiritual. Fue muy bueno poder ayudar a aquella comunidad de otra forma”, destaca. “Creo que el Impacto Esperanza es una oportunidad para llevar un mensaje especial no solo a otras personas, sino también para mí”.
En el segundo semestre de 2019, Wendy se mudó a Brasil, la COVID-19 llegó poco tiempo después, lo que le impidió volver a las calles para participar de la entrega. La solución que ella encontró fue intensificar la distribución de la versión digital de la obra, incluyendo Esperanza más allá de la crisis, producida justamente en el contexto de la pandemia.
Con la disminución de los casos de la enfermedad y el regreso gradual de las actividades presenciales, esta semana, ella fue a una de las regiones del Distrito Federal para distribuir ejemplares de la obra La última invitación, y percibió las diferencias culturales entre su país y Brasil también con respecto a eso. “Algunas personas a las que le entregué me preguntaban sobre el libro. Tenían muchas dudas. También querían saber dónde había un templo adventista cerca. En Perú, las personas son más reticentes al momento de recibir”, compara.
Junto con servidores de la sede administrativa sudamericana y de las oficinas de la denominación para Brasilia y ciudades cercanas, se entregaron ocho mil libros en una de las áreas comerciales con más movimiento de la región. La acción, realizada anualmente en localidades diferentes, muestra que aquellos que actúan en esas instituciones también están directamente involucrados con el Impacto Esperanza, que en 2022 ocurre a lo largo de todo el año, pero también en su día D, el 9 de abril, fecha en que también inicia Semana Santa en los templos adventistas.
Oportunidad para hacer la diferencia
“Es impresionante ver que, a medida que la fecha del Impacto Esperanza se acerca, se pone más vivo y las historias empiezan a aparecer. Eso muestra que la campaña, además de ser buena para la iglesia, está alcanzando el corazón de las personas. El Impacto Esperanza no tiene que ver solamente con salir para entregar un libro: es una forma de unir a la iglesia”, destaca Rafael Rossi, evangelista de la Iglesia Adventista para ocho países sudamericanos.
Después de una década y media, Rossi atribuye la continuidad del proyecto a dos factores: primero, la bendición de Dios. Y, en segundo lugar, a que la Iglesia abrazó el proyecto del libro misionero de manera integral. Los proyectos regionales siempre existieron, dice él. Pero algo igualmente relevante para un continente da fuerza y visibilidad.
“Todos queremos participar de algo que haga la diferencia. Cuando sé que soy parte de un movimiento grande y que en el mismo día en el que saldré a las calles, más de dos millones de personas también lo harán, percibo que se trata de algo relevante. El resultado más importante es la participación de la iglesia”, argumenta.
Para conocer otros detalles sobre el Impacto Esperanza, visite adv.st/impactoesperanza.
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