La participación de miembros enriquece los debates en el congreso mundial
Entre los más de 2.700 delegados que participan del congreso mundial adventista, un grupo llama la atención. Son los conocidos miembros laicos. O sea, personas con derecho a voz y voto en la principal reunión administrativa de la denominación que no son parte del ministerio pastoral. Y tampoco se desempeñan como administradores de alguna institución o sede regional.
La participación de algunos de ellos, por primera vez en un evento así, proporcionó aprendizajes y una visión más amplia sobre cómo la Iglesia Adventista del Séptimo Día se desempeña. El empresario Moisés Fernando da Silva, por ejemplo, no dejó de posicionarse en uno de los temas abordados. Él fue al micrófono y opinó durante la discusión sobre el Ministerio Joven (a ser incluida en el Manual de la Iglesia). Pidió una reflexión acerca de la necesidad de mayor presencia de jóvenes en congresos de este tipo. E incluso sugirió que el tiempo fuera aprovechado para pensar en formas para involucrar y animar a los jóvenes en los proyectos de la Iglesia.
Para él, participar de la 61a edición del congreso general de los adventistas del séptimo día fue algo inolvidable. “No existen palabras que puedan describir este momento tan sublime y especial: faltan palabras, sobran emociones. Emociones por el privilegio de haber recibido tamaña bendición de los cielos, puedo afirmar que el Señor me miró y me sonrió”.
Motivación para ayudar jóvenes
Más que reconocer el privilegio, participar como delegado en un congreso propicia ideas y fomenta el entusiasmo por el trabajo. Esa fue la sensación de la delegada mexicana, Karen Bazan, de 21 años, estudiante de odontología. Una de las representantes más jóvenes presentes en el evento, afirma que saldrá del congreso motivada para seguir el trabajo con los jóvenes en su congregación en la región de Monterrey.
Una de sus preocupaciones tiene que ver con temas de sexualidad entre las nuevas generaciones. Incluso su participación en las discusiones del congreso fue para reafirmar el concepto bíblico del matrimonio. Karen comprende que todavía falta una cierta proximidad del liderazgo establecido en la Iglesia con relación a los más jóvenes.
Ella hace su parte. Dice que, principalmente durante el inicio de la pandemia, su grupo aprovechó para enseñarles a los jóvenes acerca de los fundamentos básicos de la Biblia los sábados de mañana. “Debemos ayudarlos a saber más sobre el Manual de la Iglesia, la Biblia y los libros de Elena de White. Participar de este congreso me ayudó a ver aún más esta necesidad”, resaltó la mexicana.
Organización y transparencia
La joven Tassia Riego Santos, delegada que vino del estado brasileño de Pará, también se sintió muy privilegiada de participar del congreso mundial. “Participar de este evento es un gran marco en mi vida, ya sea por los buenos recuerdos, por la excelente organización, por los mensajes bíblicos, por las alabanzas, o incluso, por la gracia de haber sido nombrada miembro del equipo de nombramientos”.
Moisés Silva destaca, además de la organización, la forma más abierta en la que la Iglesia lidia con sus dilemas en un evento así. Él señala que es muy interesante constatar “la transparencia y justicia con la que trabaja la Iglesia, tanto en el proceso electivo de sus líderes, como en lo constitucional. Todos tenemos derecho a enmendar, sugerir y proponer, y mi voto tiene el mismo peso y valor que el de todos”.