Históricamente, no había personas sin techo en Serbia hasta la guerra de los Balcanes en los ’90, cuando esta condición irrumpió intempestivamente. Como lo explica Igor Mitrović, director de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales en Serbia (ADRA), “Los países socialistas no tenían el problema de los sin techo. Todos estaban bien cuidados. Pero la guerra desplazó a personas y refugiados, dado el colapso de los organismos públicos. Sumado a este problema, el sector privado no tenía la capacidad de emplear a todos los que antes trabajaban para el Estado. Como resultado de eso, dijo Mitrović: “El resultado es que, en las últimas décadas, hemos tenido números exorbitantes de refugiados y personas sin hogar, lo que se suma a la crisis de refugiados de 2008 y 2009, la pandemia de COVID-19, ya ahora la última crisis de refugiados de 2022”.
“Nuestra sociedad no estaba preparada para los sin techo y los desplazados”, explicó Mitrović, “No había ningún tipo de estructura, porque no había necesidad. Ahora, de repente, tenemos un número creciente de refugiados y personas sin hogar, y nadie los cuida, y sentimos que debíamos hacer algo por ellos”
En el ómnibus, brindamos ducha y sala de consultas.
“¿Se imagina no bañarse por meses?, pregunta Mitrović. “Cuando se piensa en eso con detenimiento, uno comienza a entender que ese es el primer paso hacia la recuperación de la dignidad personal, de la esperanza, que mueve al individuo de una existencia pasiva/estática (¿por qué decidir qué hacer con mi vida) a comenzar a usar las oportunidades que brindamos como atención a la salud y orientación laboral”.
El ómnibus proporciona duchas, servicio de lavandería, atención a la salud y orientación para clientes sobre cómo recuperarse y volver a su rumbo. Puesto que el 75% de los clientes no tienen identificación, en el contexto de la sociedad civil son “fantasmas”, sin elementos del gobierno que los reconozcan. Muy pocos de ellos son profesionales, pero hace tres o cuatro años atravesaron una grave crisis, que tenían una vida o las perdieron.
Con ocho voluntarios, llevó dos años ganar la confianza suficiente para que consideraran a ADRA y el ómnibus como una fuente continua de apoyo. Y, como lo señala Mitrović: “Nuestro trabajo es único y, si crees que exagero, hace un mes el Primer Ministro serbio me llamó y me dijo: Como gobierno no sabemos tratar con esta situación, y quiero saber cómo trabajar juntos, y cambiar la legislación para que podamos apoyar mejor a los sin techo”.
Tiempo después de publicada esta historia, Igor Mitrović dio una presentación a un comité parlamentario sobre el trabajo que hace.
“Estoy totalmente convencido”, dijo Mitrović, “de que el ministerio de Cristo es trabajar con los sin techo”. Al concluir nuestra conversación, compartió con nosotros algo muy interesante. “En cuanto a la misión, los que tienen más probabilidad de recibir el mensaje de Cristo son nuestros voluntarios. Ellos creen en la causa de la compasión de Cristo. Mis colegas locales de ADRA asisten a la iglesia, y yo los considero amigos que pertenecen antes incluso de creer (y me parece bien). Trabajamos y crecemos juntos como equipo. Cuando mis voluntarios comienzan a asistir a la iglesia, alumnos, profesionales jóvenes, sabes que vienen atraídos por algo diferente”, enfatizó.